Os dejo con una reseña de «La Diosa Oscura: Mitología y sexo» de Elizabeth Ross, texto que me sirve de apertura para el SEMINARIO ONLINE DEDICADO AL PODER Y SU RELACIÓN CON LAS MUJERES. ¿Dónde nos colocamos? ¿Cómo ponemos en el mundo ese «Yo Puedo» o mejor todavía «Nosotras podemos»? ¿Qué queremos hacer con ese popder que está volviendo a los Cuerpos, Mentes y diversas manifestaciones de Espíritus de las mujeres?
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Te dejo con el texto de Elizabeth Ross.
«La palabra poder es una que tiene espinas. Hemos sido tanto tiempo despojadas del nuestro que ya no lo reconocemos. El único poder en el que podemos pensar es el proveniente del sistema androcrático de dominio, violencia y dolor. El poder del dinero, el poder político, el poder de la Iglesia, el poder del Pentágono, el poder de las armas, el poder del narco, el poder de la represión, el poder del líder, el poder del jefe de familia…. asociamos Poder con lo nefasto, contra lo que nos levantamos grito en pecho, contra lo que luchamos. Es la clase de poder – el jodido poder- diseñada para mantener el control total de todos los seres, de la naturaleza, del universo mismo si pudieran. Dice el diccionario que Autoridad es el poder de forzar la obediencia. Supremacía legal o moral. El derecho de mandar o dar la última palabra. El poder de influenciar la conducta o acciones de los otros. Ese poder tiene un claro substrato material, que se basa en su habilidad de castigar, imponiendo sanciones físicas o económicas (o de subsistencia).
Yo estoy -dice Miriam Simos y lo asumo como mío- del lado del poder que emerge de nuestro interior, que es inherente a nosotras como el poder de crecer es inherente a las semillas. El poder personal, el que crece con nuestra conciencia, nuestra honestidad, nuestra impecabilidad y coherencia. Del poder que la comunidad reconoce en las sabias. Del poder natural que el otro poder se ha empeñado en enterrar, en hacernos olvidar. En el poder transformador. En el poder de la Diosa. El poder de la vida. En el poder como verbo. Yo puedo y tú puedes. El poder personal, o aché como lo llaman los yorubas, está siempre en movimiento y yace en el balance del ser. Mal usarlo es perderlo y es lo único que tenemos para poder dar forma a nuestra vida. Lo reconocen? Ese poder que nace al ver y aceptar lo que somos al hacer uso pleno de nuestros talentos y fortalezas, al entender nuestras debilidades, al ejercer nuestra creatividad e inteligencia, al regocijarnos con nuestro ser completo, de sexo a mente a corazón a manos. El que crece con nuestra conciencia.
Estoy de acuerdo en que la espiritualidad promueve la pasividad cuando se define el espacio del espíritu como fuera de este mundo, pero cuando el terreno del espíritu es este mismo mundo, nos convertimos en parte activa y el mundo en el reino en que todo es sacro y lo sacro debe ser honrado y libre.
Las ciencias dividen todo en partículas cada vez más pequeñas y las mantiene separadas. Esta, la verdad, es una cosmovisión muy estrecha que causa dolor porque nos desintegra. La teoría Freudiana nos dice que el sublimar nuestros impulsos instintivos es un sacrificio necesario que permite la construcción de civilizaciones más altas. Es dolorosamente claro que ocasiona el distanciamiento de la Naturaleza, a la vez que las ciencias claman un conocimiento cada vez más “profundo” de este mundo desmembrado. Y es esta fragmentación lo que ha dañado gravemente a todo lo que habita sobre la Tierra y a la Tierra misma. El daño causado por el sistema del patriarca toca hasta los más íntimos rincones de nuestro hacer. De nuestro ser.
La imposición del dolor por medio de la violencia y del miedo es su rasgo inherente. De la relación con el entorno que nos mantiene vivas a la relación con nosotras mismas, con nuestro cuerpo, nuestra sexualidad, con nuestros hijos e hijas, con nuestra vida toda. Todo está marcado por el dolor. Se reconozca o no.
En este panorama es que las mujeres hemos encontrado –o recurrido- a la Diosa. Ella canta amor y placer, esperanza y acción: Ella canta vida. Y no nos detiene, nos brinda ese aché, ese poder, esa fuerza que nos completa.«
ELIZABETH ROSS
SEMINARIO ONLINE MUJERES Y PODER