“Cuando el niño era niño,
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,salta
que el río fuera un torrente,
y este charco el mar.
Cuando el niño era niño,
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.
….”
Peter Handke
Caroline Myss, una mujer medicina intuitiva de 76 años que aparenta 15 menos, dedica su vida a ayudar a otr@s. Es una vieja agitadora. Quiere despertarnos a todes de lo que ella llama el arquetipo colectivo «Drama eterno». Me encanta, me sumo.
Descubro con ella el gran mundo de los arquetipos, esas facetas, maneras de estar en el mundo que les humanes venimos repitiendo más o menos eternamente desde que somos especie…
Los seres humanos llevamos impresos cuatro arquetipos comunes en todes, y ocho más que vamos a tener que rescatar de entre los cientos, miles posibles, y trabajar para nuestra trascendencia como ser adulto autónomo, para saber quienes somos, si es que te interesa saberlo, si es que te interesa crecer…
Estos cuatro arquetipos «Raíz»son
el niño o niña
la prostituta (si,si…)
el saboteador o saboteadora
la víctima.
Todos estos arquetipos tienen una cara llamada luz, que nos lleva a trabajar trascendencia o crecimiento. La sombra sería pues la negación a crecer y/o a aceptar al adulto que somos, hoy. Estos cuatro arquetipos comunes son a los que debemos de primeras prestar atención si nos queremos adentrar en este camino.
LA NIÑA/NIÑO INTERIOR
En el caso de este arquetipo que nos lleva a sumergirnos un rato largo en nuestra propia infancia, existen siete sub arquetipos: Herida, Orfandad, Divinidad, Eternidad, Magia, Dependencia y el conectado con la Naturaleza. Cada cual con su luz y su sombra.
Me apetece detenerme un rato en este arquetipo porque mi Kapulla ha tenido una revelación y necesita compartirla. Demasiadas terapias entorno a la niña interior, terapias dirigidas a mujeres en especial, que demasiadas veces parten desde una premisa que personalmente no comparto porque la siento «desempoderadora», y es que las mujeres somos «universalmente» niñas heridas o abandonadas. Y una termina por creérselo, aunque no haya sido así.
Cuento desde mi experiencia personal, ya que fui una de ellas: fui, durante un rato largo adulta infantilizada. Herida, huérfana, y por consiguiente, me sentía víctima. Y a veces así me sigo sintiendo si me abandono a la heridología, esa tendencia, a seguir quitando la costra de dicha herida para que vuelva a sangrar, aunque sea un poquito… una lucha que siento hoy necesaria: no abandonarnos a la herida, no sentir esto como algo “normal”.
No digo por ello que no haya que abrir la puerta y mirar esas heridas o esa sensación de orfandad y de dependencia que más o menos todes sentimos o hemos sentido alguna vez. De hecho creo que es crucial acoger esos dolores infantiles que a veces se apoyan en nimiedades. Pero sí animo si vas a trabajar con tu niña interior que rescates esas otras partes de la infancia que pueden ayudarte a conectar con elementos positivos dentro de tu psique, despertando otras memorias y recuerdos.
El arquetipo de la niña o niño nos invita a trabajar nuestra relación dinámica (siempre se mueve) entre dependencia y responsabilidad. Nos invita a reconocer la diferencia entre relacionarnos co o inter dependientes les unes de les otres. Nos invita a crecer.
RESILIENCIA VERSUS HERIDOLOGIA
Algunas personas han tenido heridas realmente graves: violencia ejercida sobre su cuerpo a través del abuso sexual, o a través de golpes o del lenguaje, heridas hechas en la mayoría de los casos por personas amadas y creando así un corto circuito neuronal que envía el mensaje que amar o ser amada está vinculado al dolor. Ese es un circuito a veces muy difícil de deshacer, ya que también es todavía una poderosa creencia colectiva,con lo cual mucho más difícil de cambiar….pero no imposible.
Una gran parte de las personas con niveles de abusos muy graves que han trabajado estas heridas son hoy adultos responsables de su vida, que si bien llevan la herida, esta es hoy una cicatriz sana que les recuerda su capacidad de resiliencia, de perdón, de soltar, de servir a otres que pasan por algo similar, haciendo de su herida una experiencia positiva que puede ayudar. Son los mejores terapeutas, porque conocen en carne viva el horror y han sabido transitarlo.
Y luego está la niña instalada en la heridología, la niña eterna (y niños) en una cuerpo de 20,30,40,50,60…., que por alguna razón se niega a crecer, prefiere seguir en su herida y la utiliza con gracia… ¿La conoces? Yo sí.
Muchas de nosotres somos adultes co dependientes, es decir adictes: y por ello nos permitimos entablar relaciones de poder dominador en el que nosotres a veces somos la víctima y a veces la parte abusadora. Digo “permitimos” porque es NUESTRA DECISIÓN, no hay ni dios padre en el cielo ni nada que no nos permita tomar una decisión. No a nosotras, blancas, europeas, clase media alta, con estudios medios como poco.
El arquetipo que es atraído y siente atracción por les niñes herides es el arquetipo de salvador(a). Nos puede “salvar” un hombre, una mujer, una sustancia, comprar compulsivamente, entrar en terapia y salir, y buscar otra y no terminar, y así seguir sin ir a la raíz… Esa relación nos lleva al pozo. Normalmente un salvador(A) que entra en una relación con un(A) niñe herida es a su vez una herida camuflada… Hay muchas personas salvadoras que no han resuelto las heridas de la niñez y eso es un peligro con patas…
El arquetipo de la niña o niño, cuando está trabajado y maduro es aquella parte de nosotres inocente, de corazón liviano, que se maravilla y sueña, confiando en el pulso de sus sueños. Una parte que nos ayuda a mantener contacto con el sentido del placer, del juego en nuestras vidas, equilibrado con la inevitable seriedad de nuestras responsabilidades como adultos. Una persona conectada con su niña interior es deliciosa, contagia su entusiasmo, y brinda su mejor versión hacia les demás, sin olvidarse a sí-misma.
Si algo tiene la niñez es su capacidad de resiliencia, y es también su capacidad de imaginar o de conectar, en medio de la tormenta, con otros paisajes, otras energías, cuando las circundantes son demasiado densas.
El crecimiento de la niñez adulta nos pide dedicación, decisiones, y por supuesto pedir y encontrar ayuda.
Ahí está nuestro trabajo en el plano del crecimiento personal, conectar y no soltar nunca más a esas niñas o niños que fueron capaces de sobrevivir a través de la resiliencia, a través de la firme decisión de trascender la herida y el abandono: el camino del Amor, propio de primeras, hacia afuera después.
¿Por qué mantener ese anclaje hacia la herida?…¿Porqué no te das el permiso para ser, estar, pensar, emocionarte desde otros lugares? ¿De verdad que sigues pensando que este mundo es sufrimiento? ¿No? Pues vamos a ello entonces, nos necesitamos individualmente reconciliades con nuestra infancia. Y determinadas en nuestra adultez. Dejar de ver a nuestra adulta como un ser serio, aburrido, y empezar a trabajar por quien quieres ser en la vida.
Insisto en despertar de esa herida colectiva, tan profundamente arraigada como imagen de nosotres mismes. No hay más patriarcal y por consiguiente obsoleto que aceptar y asumir roles de víctimas.
Insisto en la necesidad de cambiar el Cuento Colectivo.
Insisto en la necesidad de Crecer, socialmente.
Insito en educar y re educarnos en el Paradigma de la Sociedad del Placer.
Insisto en construir desde el Amor.
Repite conmigo:
Nacemos para el Placer y para el Gozo.
Cuanto más placer doy y recibo, mejor me siento.
El placer no tiene precio, es gratis e infinito.
Mi niña/niño interior está feliz y atendid@: yo me ocupo.
Por cierto….