Cada cierto tiempo, recibo una llamada de atención de alguna mujer que me señala que el uso de la palabra Menopausia es erróneo, obsoleto y que hoy debemos nombrar a nuestra tercera etapa sexual como «Plenipausia». Escribo este post para dejar mi punto de vista y poder así remitirlo y no tener la sensación de repetirme constantemente.
Hace unos 70 años, Simone de Beauvoir nombró su famosa: «No se nace mujer, se llega a serlo», que nos invitó a reflexionar sobre qué significaba Ser Mujer en el mundo que habitamos. Hoy en día a través de la reflexión feminista, podemos decir que Ser Mujer puede llegar a ser un abanico de posibilidades casi igual al número de mujeres que hay en este planeta. Esta es la lucha, queda mucho por hacer, pero ahí vamos.
De la misma manera que re-significo constantemente el hecho de ser mujer, también soy defensora de la Re-significación de las palabras. NO CREO QUE DEBAMOS INVENTARNOS NUEVAS, sobre todo cuando las construimos sin tener en cuenta lo que realmente estamos nombrando desde la raíz.
Quisiera pararme un momento y remitirme simplemente a la etimología (raíz).
El prefijo Men o mens, está presente en las tres palabras que nombran las tres etapas sexuales significativas de la mujer. Men significa luna (en griego), también mes o ciclo (en latín). Junto a este sufijo se construyen las siguientes palabras:
Es cierto que la palabra menopausia es un cultismo que debemos a un ginecólogo francés, Charles de Gardanne, del siglo XIX, que utilizó las raíces grecolatinas para formular una palabra que para él definiera la tercera etapa de la mujer. Y quizás no sea la más adecuada, porque ciertamente, por experiencia propia, tres años después de mi «retirada», (otra palabra que defiendo a capa y espada), aunque ya no sangro, yo no he dejado de sentir a la luna y a sus diferentes fases, es de hecho, una guía cada vez más certera y tenida en cuenta para mi cotidiano.
Volviendo a la etimología, utilizando la palabra Plenipausia, que en su raíz (que es lo entiende el subconsciente) signica la «pausa de la plenitud», estamos creando un cruce de cables, porque realmente las mujeres que la utilizan quieren decir todo lo contrario, ¿verdad?
Lo primero que quiero señalar sobre esta palabra inventada es que si bien comprendo la intención de dar una mirada positiva, algo que nos suene más «alegre», siento y pienso que:
Estoy totalmente de acuerdo en que, en todo el lenguaje utilizado para definir el mundo femenino y dentro de él la sexualidad de la mujer, las palabras nos suenan «negativas». Tal como reflexionó Simone de Beauvoir, nuestras definiciones están basadas no tanto en la etimología, cuando nace la palabra, sino en la definición social, todavía patriarcal; un sentido que alberga la creencia «del castigo que el mundo patriarcal impone por el simple hecho de haber nacido en cuerpo de mujer»… Esa es la verdadera construcción de nuestro lenguaje: así se hace carne nuestro verbo…Mierda…
Me muevo y acciono entre dos propuestas para restituir el valor de nuestras palabras:
Como feminista anarquista, desde mi trabajado respeto a las divergencias, entiendo que al fin y al cabo vamos en direcciones parecidas en cuanto a dignificar el cuerpo femenino. Por ello respeto el término Plenipausia, pero no me adhiero a la moda de difundirlo porqué no lo siento propio, coherente ni adecuado. Pido el mismo respeto para mi punto de vista, hermanas.
En definitiva, me quedo con MENOPAUSIA, y trabajo por el CLIMATERIO, una palabra que el corrector todavía no reconoce. Todo llegará.
Salud y Alegría para nuestro confinamiento.